Esos rizos locos

7.1.06

Réplica de Jorge a "Los Clásicos"

Bueno, Jorge no ha podido resistirse a mis provocaciones y, a pesar de tener que trabajar y además estar en puerta de exámenes (lo cual le provoca un terrible síndrome de" empollonitis aguda") ha debido pasar toda la mañana filosofando (cómo se nota que es funcionario) para mandarme a mi mail una réplica a la altura. Me ha pedido que por favor la publique si quiero ser fiel a mi espíritu defensor de la libertad de expresión y no quiero perder a mis "innumerables lectores" ¡¡jeje!! Aunque me temo que ahora ya no tiene tanta gracia meterse con él.
Es demasiado largo como para meterlo en un comment así que aquí lo dejo. Desde luego sus reflexiones son muy interesantes, pero agarraros que hay curvas. En fin! ahora entenderéis porqué le llamo uno de mis amigos los eruditos...
“Las reflexiones de mi querida Lydia me han llevado a teorizar un poco sobre los clásicos, concepto resbaladizo sobre el que ya han terciado Borges, Bloom o Calvino. Sin pretender ensombrecerlos ni haber leí­do previamente sus tesis, me atrevo, con todo respeto, a pisar sobre este terreno pantanoso, aguijoneado por la descacharrante crónica "Los clásicos" de Lydia, a la que respondo. A mi parecer los rasgos que identifican a una obra como clásica son los siguientes:
- Una obra clásica no es sinónimo de "antigua": Saramago, Delibes, Vargas Llosa y tantos otros son genios vivos que permanecen entre nosotros. La obra clásica es atemporal e incluso se desprende de su autor, ingresando en el Olimpo a modo de espíritu descarnado con sustantividad propia, sin connotaciones de tiempo o lugar.
- Carácter permanente y universal: una obra clásica se erige como válida para todas las épocas y hombres porque sedimentan cuestiones universales de éstos. Consiste en Humanismo transfigurado en obra artística: otra forma de filosofar sobre la singularidad humana sin recurrir a las herramientas del Filósofo. El sentido de la existencia, el amor, la muerte, el otro, la soledad, Dios... son grandes ideas que siguen (y seguirán) atenazando la conciencia humana, que constantemente se interroga por su finalidad. La obra clásica las plantea, según su personal enfoque, y las brinda a toda la humanidad para que emita su juicio laudatorio o censor. Resulta sorprendente leer "La República" de Platón y comprobar su rabiosa actualidad, presentando apenas diferencias con otras obras contemporáneas. - Una obra clásica debe presentar un estilo original e instrumental, colocando la forma al servicio de la idea que nos quiere transmitir el autor. La originalidad es por tanto un elemento esencial: la comicidad, la hondura, el desapego y tantas otras técnicas expresivas, bien transmiten un estado de ánimo del autor, bien son el precipitado de su intencionalidad concreta. Ello no significa que la obra deba ser estilísticamente convencional o cuidada. Cabe la desobediencia a las normas de la sintaxis o la gramática (citemos a Joyce, Faulkner o Saramago, autor predilecto, claro es, de mi amiga Lydia), pero siempre en tanto que ello responda al deseo del autor de radiografiarnos la realidad o su pensamiento de una determinada manera. También son posibles el barroquismo y el genial manejo del lenguaje para arrancar nuestra incontenible hilaridad: pese a la opinión contraria de Lydia, Cantinflas y los hermanos Marx acuden a un humor desbordante e inteligente, lleno de frescura y buen gusto, alejado de la insignificante trivialidad a la que muchos "aprendices" de humoristas acuden hoy mediocremente.De esta manera, se nos transmite la realidad de una manera particular para ensanchar nuestras perspectivas: el autor nos entrega unos anteojos para que la captemos de una forma deformada, enaltecida o simplemente diferente. En eso consiste la genialidad artística. Lo que no es tolerable es secar el lenguaje hasta privarlo de todas sus facultades de transmisión de pensamiento. Nuestro casi centenario Francisco Ayala criticaba la creciente tendencia al desaliño en la escritura: es una renuncia al orden interior, un acto de pereza sin sentido que no refleja una determinada concepción de la vida sino que consiste simplemente en un desistimiento injustificado a la riqueza expresiva.
- "Don Quijote de la Mancha" fue un "bestseller" antes de volverse un clásico. Para que nos hallemos ante un clásico la obra debe recibir una acogida favorable en el gran público y en la comunidad científica. Lo contrario no significa que la obra no es un clásico sino que todavía no ha alcanzado dicho status: permanece como un inédito tesoro por descubrir. Así­ Vicente Tusón y Fernando Lázaro Carreter en su manual de "Literatura española" de COU (Anaya, 1986) se hacen eco de numerosos novelistas de la posguerra injustamente caídos en el olvido.Análogamente el clásico es fuente inagotable de inspiración, de búsqueda de soluciones y, sobre todo, de planteamiento de nuevas cuestiones hondamente humanas. La lectura facilona, plana estilísticamente, intrascendente, lúdica y mercantilizada, proporcionará pingües beneficios (legítimos, sin duda) a su escritor pero no entrará en el panteón de los clásicos.
- Lo clásico se predica de la obra, no del autor. La suma genialidad artística brota con generosidad en una o varias ocasiones, pero no siempre. Qué duda cabe que no todos los poemas de Machado merecen el calificativo de "excelsos", sino sólo algunos (bastantes, añadiría).Evidentemente, hay autores cuyas obras son todas clásicas en su totalidad: citemos por ejemplo a Cervantes. Pero, incluso en este supuesto, no merece la misma valoración "Don Quijote de la Mancha" que "La Galatea".
- El clásico siempre produce placer, un placer, digamos, superior. En efecto el placer por la lectura que destila un clásico se entronca con el concepto platónico de lo bello. La belleza es rozar con los dedos la perfección humana, y no una llamada hedonista al disfrute antiintelectual. Obras como "La peste", "El proceso", "El Árbol de la ciencia", "La familia de Pascual Duarte" o "Divinas palabras" también son bellas, aunque aflore un desgarro interior que descoyunta la realidad hasta hacer naufragar al lector en un desagradable océano de pesimismo.Sin embargo, nos transmiten un nuevo conocimiento, un nuevo sabor para el paladar de nuestra mente. Y es que ello no significa que la lectura de un clásico no pueda suponer un esfuerzo.Aunque ya comenté a Lydia el caso de "La montaña mágica", me centraré ahora en Gabriel Miró, otro clásico arrumbado sin merecerlo debido a su tendencia al esteticismo y a la morosidad intelectual que tanto irrita, parece ser, a muchos lectores. Acercarse a un clásico suele suponer una aproximación a un estilo elevado y a menudo difícil, que nos conduce a sumergirnos en cuestiones existenciales de ardua asimilación. Lo clásico es el polo opuesto a la desidia intelectual: supone una invitación del autor a descubrir nuevos horizontes (quizá desconocidos), en un tránsito que, aunque laborioso en sus inicios, será infinitamente gratificante en su resultado final. Y a medida que repitamos esos deliciosos viajes supondrán menos "esfuerzo": a la postre, el disfrute de una obra clásica depende, sobre todo, de la formación del lector, de su "sapere aude" y de su capacidad adquirida, nunca innata) de adentrarse en los misterios del alma humana. En consecuencia, no hay clásicos "peñazos" (sic) sino complejidades más o menos enrevesadas brindadas al lector que, en última instancia, decide dónde sitúa sus aspiraciones.
- El clasicismo de una obra no contradice la irreductible soberanía del lector. El arte es expresión de libertad tanto por su creador como por su receptor, que, en todo caso, mantiene siempre la posibilidad de formular juicios subjetivos, cualesquiera que sea su contenido. Es absolutamente legí­timo afirmar que las novelas de corazón son preferibles a "Don Quijote de la Mancha". Cuestión distinta es que tal consideración contradiga opiniones unánimemente vertidas, pero nos hallamos en planos diferentes de discusión.
La conclusión de toda esta reflexión desemboca en que la responsabilidad del conocimiento y del placer literario recae, como siempre, en el lector y en su formación cultural. En el actual mundo tecnologizado de sobreabundancia de información, éste debe contar con las herramientas suficientes para distinguir la mediocridad insignificante de lo valioso. Y dichas herramientas puede obtenerlas en su trayectoria educativa pero también de investigadores y críticos especialmente solventes. Quizá muchos reputen este comentario como excesivamente jerarquizante, pero no albergo duda alguna de que la desvalorización es enemiga del hombre.
Categorizar es útil, y más aun la carta de un restaurante: no resulta fácil elegir en una en la que los platos forman una ristra de "datos inconexos"; pese a este comentario jocoso (y de incalculables consecuencias, para mi sorpresa), hay que concluir en lo acertado del restaurante al que nos llevó Lydia.
Muchas gracias.”

Estoy de acuerdo prácticamente en todo, pero sigo insistiendo en el hecho de que si es un "peñazo" y todo el mundo llega a la misma conclusión, querrá decir que el autor no era tan hábil literariamente hablando, por lo que, por mi parte, sigue quedando excluído del "olimpo de los diesel". No me importa hacer un esfuerzo intelectual a la hora de leer, de hecho, me encanta Hermann Hesse y no creo que sea un autor precisamente facilón. Pero lo que si me molesta es aburrirme leyendo y perder las ganas de seguir haciéndolo. Leo, además de para aprender y ampliar horizontes, esencialmente para disfrutar. Y me disgusta sobremanera que me impidan hacerlo.

Bien y cambiando de tema y de registro.... ¿Habéis visto que bien escribe el chico? Como podéis ver tiene un estilo claro y sencillo, nada académico o formal. Es como dice Borja, para terminar poniendo "Firmado: el interventor jefe". Este es el resultado de un vida dedicada al estudio, pues cuando no son oposiciones es otra carrera o un clásico, por supuesto... bueno, creo que me voy a despedir de él mandándole "un cordial saludo" que fue la forma en la que se despidió en una postal hace ya muchos años y aún andamos con la coña...
Pd. A quien pueda interesar: Es buen partido, buen chico, con una conversación de lo más interesante, piso propio en el barrio de Salamanca, estudioso, funcionario, y superanimao en las fiestas (el vídeo de mi boda lo corrobora), pero lo que es más importante, está soltero.... no quiero decir (pero ya dije yo que tenía 1200 virtudes, no exageraba ni una). Si me meto con él es para que no se le suba a la cabeza, no por otra cosa, alguien tiene que asumir la tarea de bajarle los humos... y yo además disfruto haciéndolo.

5 Comments:

At sábado, enero 21, 2006 2:32:00 p. m., Blogger Night said...

... Y digo yo... ¿¿no se os ha ocurrido leer solo por diversion?? ^^U

Y coincido que hay clasicos peñazos, pero por ello no dejan de ser clasicos.

Que como decia aquel engendro,"A mi ni me va ni me viene, pero por opinar" ^^.

P.D.: ¿¿No habeis pensado nunca descerebraros y solo hablar de furgol como el resto de la gente??.. es que se les ve tan felices a veces que... ^^U

2º P.D: Coincido con Fulgencio (o Vicencio, no toy seguro), Cantinflas o los hermanos Marx son genios en su rama... no toquemos los... "clasicos" ¬¬

 
At sábado, enero 21, 2006 3:38:00 p. m., Blogger Yadil said...

1.- Pues eso digo yo, que lo de la diversión es esencial en la lectura.

2.- Yo no he puesto nunca en duda el clasicismo de los Hermanos Marx, pero no me parece en absoluto comparable con Cantinflas.

3.-Uufff!! para hablar de jurgol ya está Borja que además de erudito ha desarrollado su carrera en periodismo deportivo o en el ámbito internacional o en ambos. Dice que de mayor quiere se UEFO...

http://borjag.blogspot.com/

 
At lunes, enero 23, 2006 10:16:00 a. m., Blogger Imei said...

jajajaja....a mi eso me suena mas a UFO que a otra cosa pero bueno...(hasta aqui tiene gracia).

PERO LLAMAR GENIO A SARAMAGO ES COMO ESCUPIR A UNA MADRE!!!!!

Ahora quiero citar textualmente algo...
"En el actual mundo tecnologizado de sobreabundancia de información, éste debe contar con las herramientas suficientes para distinguir la mediocridad insignificante de lo valioso."

Como sueño es muy bonito la verdad, pero no veo yo a la juventud de la era "nen" leyendo otra cosa que no sea las instrucciones de un videojuego de la PSP.
Además eso de sobreabundancia de información,irrefutable por una parte,no deja de ser un conglomerado "inconexo" y practicamente inverificable, que nos tragamos porque somos así de comodos, en vez de dedicar nuestro tiempo a pensar en ello.
La gran tactica del "mareo informativo" al final nos deja con tal atasco, que nos acaba dando igual.Y creemos lo que sea que tengamos que creer.

Un atisbo de esperanza nunca viene mal, pero joer,en 10 años eso será pura ciencia ficción.

 
At lunes, enero 23, 2006 2:51:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

por dios!! pon mas fotos en medio que esot no hay quien lo lea!!!

 
At lunes, enero 23, 2006 3:08:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Coincido totalmente co imei en su reflexion sobre la informacion hoy en dia. Es cierto, hay torrentes de informacion ("Datos inconexos" que diria Jorge), pero ha llegado a tal nivel que como dices no nos paramos ni a pensar en ello ni a mirarlo con un poco de sentido critico.

No, no, es UEFO, trabajador de la UEFA, que viven mejor que quieren!!

Pues no, es imposible hablar de jurgol con estos dos, son asi de aburridos ambos! :P

 

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